MADRE…
Hay una
mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor, y mucho
de Ángel por la incansable solicitud de sus cuidados;
Una
mujer que siendo joven tiene la reflexión de una anciana, y en la
vejez trabaja con el vigor de la juventud, la mujer que si es
ignorante descubre los secretos de la vida con más aciertos que un
sabio, y si es instruida se acomoda a la simplicidad de los niños,
una mujer que siendo pobre se satisface con la felicidad de los que
ama y siendo rica, daría con gusto su tesoro por no sufrir en su
corazón la ingratitud, una mujer que siendo vigorosa se estremece
con el vagido de un niño y siendo débil se reviste a veces con la
bravura de un león, una mujer que mientras vive no la sabemos
estimar, porque a su lado todos los dolores se olvidan, pero después
de muerta, daríamos todo lo que somos y todo lo que tenemos por
mirarla de nuevo un solo instante, por recibir de ella un solo
abrazo, por escuchar un solo acento de sus labios…
De esa
mujer no me exijáis el nombre si no queréis que empape de lágrimas
vuestro álbum porque ya la vi pasar en mi camino.
Cuando
crezcan vuestros hijos, leedles esta página y ellos, cubriendo de
besos nuestra frente, os dirán que un humilde viajero en pago del
suntuoso hospedaje recibido, ha dejado aquí para vos y para ellos un
boceto del retrato de su madre.
Monseñor Ramón Ángel Jara (Obispo chileno)
“Regalo
de mi hijo Christian, que aunque en este momento no puede estar
conmigo, quiero que sepa que siempre lo llevo en mi corazón y que le
quiero mucho.”
Martes
20 de mayo 2009 |