El Padre

 

He dedicado mi vida al trabajo. De mis manos he construido mi hogar. Con mi sudor y sangre he forjado paredes y muros. Todo mi tiempo lo he dado para tener un hermoso hogar. Trabaje muy duro, durante mucho tiempo, demasiado tiempo. Y un buen día, agotado, me di cuenta que había concluido. Mi hogar estaba creado, y se veía maravilloso, paradisíaco.

Pero se sentía vació. Me faltaba algo. Y ahí fue que me di cuenta que no lo había construido para mi, sino para mis hijos. Y estos me faltaban, mis hijos.

 

Así que tuve muchos, y a cada uno de ellos le ofrecí mi eterno amor. Los tuve por montones, ya que amaba tener hijos. Son para mí lo más hermoso, mi más preciada posesión, mis tesoros.

Al principio ellos eran felices y les bastaba mi amor y el hogar que yo les había construido.

Pero con los años fueron creciendo... y cambiando. Comenzaron a pedir más. Dejaron de valorar el hogar que había construido con mi sacrificio, con mi sangre. Empezaron a buscar otros hogares, otras formas de vivir.

 

Ya mi amor no les bastaba para ser felices. Y descubrieron diferencias entre ellos. Se peleaban por ellas. Crearon odio entre ellos, violencia y dolor. Poco a poco fueron olvidándose de mí. Alejándose. Algunos casi ni me hablaban, otros no recordaban ni mi nombre, pero siempre había alguno que cada tanto se acordaba de mi. Se volvieron egoístas, desalmados, mentirosos, agresivos, depresivos, materialistas, exigentes, envidiosos y vanidosos.

 

Olvidaron sus orígenes y el amor que yo les daba. Se olvidaron de su padre y del sacrificio por el dado. Se distanciaron de mí.

Intente una y mil veces recuperarlos.

Intente una y mil veces mostrarles el camino.

Intente una y mil veces hacerlos felices.

Intente una y mil veces volver a traerlos a mi.

 

Pero con el tiempo, me canse de intentar. Y los deje hacer a su gusto y placer lo que quisieran. Les di la llave de mi hogar tan amado, y me fui. Hoy mendigo por las calles.

No tengo donde ir. Ni donde dormir. A veces como, a veces no. Ellos siguen igual, violentos... perdidos. Se pelean entre ellos, se odian. Algunos me recuerdan y me nombran, pero son los menos.

Otros me nombran solo cuando me necesitan. Y otros, me niegan. Y pensar que les di todo....

 

¿Por cierto, te he dicho mi nombre?

     Dios.

 

   Marian V.

  11 Marzo 2004

 

“Dedicado a todas las victimas y familiares de victimas del terrorismo, terrorismo de estado, terrorismo militar, terrorismo político, terrorismo callejero, violencia, violencia juvenil, violencia conyugal, guerras, guerrillas, pobreza y abandono”

 




 

 

 

 

 
 
 
 
 

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