Es de todos conocidos que desde
el inicio de los tiempos las
vidas del Sol, la Tierra y la
Luna han estado ligadas. Los
tres crecieron juntos, dos
hermosas hermanas junto a un
ardiente compañero, inmersos en
sus juegos y disfrutando de la
compañía de cada uno de los
otros.
-Lo que ya sólo unos pocos
sabemos es que en medio de estos
juegos unos nuevos sentimientos
aparte de la amistad empezaron a
florecer. Las dos hermanas se
habían enamorado de su compañero
de juegos y le amaban en
silencio y en la distancia, pues
si se acercaban demasiado podían
ser heridas por la fuerza de su
fuego.
Por su parte el Sol no era ajeno
a la belleza de sus dos amigas.
Ambas eran jóvenes y lozanas y
más hermosas de lo que jamás se
hubiera atrevido a imaginar. Sin
embargo el Sol ya había elegido
a la menor, la Luna, como su
verdadero amor.
-Mucho tiempo vivieron
ocultándose sus verdaderos
sentimientos hasta que un día la
Luna decidió dejar de seguir
escondiendo por más tiempo las
dulces pasiones que sentía hacia
su dorado compañero y le abrió
su corazón. Grande fue la
alegría del Sol que le confesó
que él también llevaba largo
tiempo admirándola y amándola
sin atreverse a decir nada.
La Luna, incapaz de
reprimir sus sentimientos por
más tiempo, se acercó a su amor
ignorando su ígnea corona y se
dejo mecer en sus dulces brazos.
-Por desgracia esto causó
grandes daños en la hermosa faz
de la Luna, que de ser verde y
fresca quedó gris y marcada de
cicatrices para siempre. La
Tierra, al ver lo que su hermana
había sufrido por su amor al Sol
decidió ayudar a la pareja de
enamorados, a pesar del intenso
dolor que tenía en su seno por
no haber sido la elegida.
-Hizo que ambos giraran a su
alrededor pero sin llegarse a
encontrar nunca. Asi la Luna no
sería calentada por el Sol e
iría helándose poco a poco hasta
llegar al momento en que
estuviera lo suficientemente
fría como para poder acercarse a
su amor durante un tiempo sin
temor a ser herida de nuevo.
Entonces la Tierra les dejaría
juntarse en lo alto del cielo
para poder volver a revivir su
amor eterno.
La Luna aceptó la idea,
dispuesta a cualquier sacrificio
por su amado, y el Sol, que de
buena gana hubiera apagado su
ardiente cabellera para
disfrutar de la compañía de la
pequeña de las hermanas, decidió
que merecía la pena estar
separado un tiempo de su amada
con tal de luego poder volver a
estar con ella aunque fuera sólo
un instante.
Sábado 18 de Marzo 2016 |